1996 . Textos y fotos: Verónica Sáenz
Iquitos. Perú. Los nativos de la cuenca amazónica han utilizado desde época inmemorial la planta Banisteriopsis caapi, conocida como Ayahuasca, llamada “la medicina”, “doctorcito ayahuasca”, yagué, la liana del ahorcado o la soga del muerto, utilizada por los chamanes de las comunidades nativas amazónicas, quienes transmiten de generación en generación sus conocimientos. Médicos de la naturaleza, de las comunidades nativas, son quienes curan los males del cuerpo y del espíritu desde que el hombre fue hombre y se alimentó y curo con las plantas.
Esta liana, ayahuasca, es un poderoso alucinógeno utilizado en las ceremonias realizadas por un maestro curandero quien lo conduce -luego de la ingesta del paciente- por el laberíntico inconsciente de su mente, mediante ícaros cuánticos, que entona al son de su maraca hasta encontrar el padecimiento y liberarlo.
En la ciudad de Iquitos existen actualmente 110 maestros curanderos quienes atienden las noches de martes o viernes, en la ciudad y alrededores.
Francisco del Castillo es uno de ellos, tiene un pie torcido semejando al duende de la selva, el chullachaqui, que juega travesuras a los visitantes. Con él nos vamos en una pequeña embarcación de madera, surcamos el río Nanay hasta la otra orilla, Caminamos un largo rato, con los cinco sentidos puestos en la abundancia de verde y de sonidos. Francisco, machete en mano, silva raspante con sus dientes, rodeando un grueso árbol de ramas y lianas, donde el ayahuasca lo observa vigilante, entregándose a su destino.
“Ayahuasquita te voy a llevar, para que nos hagas ver el universo, el sol, el cielo, las estrellas, ver las penas de tu corazón ayahuasquita, llevándote estoy te voy llevando”, y el machete cae, y el maestro la caga hasta llegar a la maloca de palmas en la inmensa soledad de la selva. En el fogón a leña la cuece en la olla de barro, todo el día, agregándole unas hojitas de chacruna y un poquito de toé, para tener visiones. Antonio del Castillo, mientras oscurece serio y sacro sentencia -“si llegas a ver infiernos, son tus propios fantasmas… los fantasmas de tu mente”.