La cosmovisión del hombre andino se basa en tres estamentos, el Hanaqpacha o mundo superior, donde se encuentra Dios, la virgen, los santos y los espíritus de los muertos que hayan observado conducta ejemplar en la tierra. El kaypacha, este mundo terrenal, pertenece a los apus, a los espíritus malignos, al humano, a las plantas y seres inanimados. Por último, el Ukhupacha, el mundo interior habitado por pequeños hombrecillos que pueden ser destruidos por un terremoto o tormenta eléctrica, producidos cuando el habitante andino deja caer a la tierra por descuido el bolo de hojas de coca que suele chacchar o succionar, para extraer sus nutrientes, que los protegerán de la sed, el hambre y el cansancio al trabajar la tierra. Otros designan al mundo interior como morada del Supay o diablo.
Para la gente del Ande, así como los cerros tienen su espíritu, también lo tienen los astros o fenómenos naturales
La luna, llamada mama killa es un ser femenino, probablemente la esposa del sol e interviene en la fecundidad de las cosechas y los animales. El sol Inti, era en la antigüedad el Dios de la guerra, no interviene en los ritos contemporáneos. El chijchi, granizo, el rit´i, la nieve y la qhaqya el rayo, son tres hermanos terribles y malévolos que destruyen las cosechas, matan al ganado y al ser humano. Sin embargo, es por medio del rayo es que los apus confieren poderes adivinatorios a los Altomisayoc y Pampamisayoc, convirtiéndolos en paqos o adivinos.